Dicen que en el Desierto de Sarrià nació Santa Eulalia, en la época romana, de eso no tenemos ninguna certeza. Lo que sí sabemos es que en 1578 Joan Terre cedió la finca a los capuchinos que estuvieron, en un convento rodeado de bosques, hasta la desamortización de 1835 y la mártir tuvo una capilla.
Devastado durante las revueltas de mediados del XIX el convento fue vendido a unos ingleses que le convirtieron en una torre residencial rodeada de un extenso jardín boscoso.
Poco tiempo después pasó a manos del industrial textil “Pepe” Sert, que encargó al arquitecto Josep Amargós su reforma para convertirlo en el Instituto del Desierto de Sarrià, un asilo para obreros mutilados que se va inauguró en 1894.
En esta zona boscosa que separa Barcelona de Sarrià se celebró en 1905 la primera Fiesta Nacional Catalana, con la presencia de agrupaciones políticas y culturales, la asistencia de más de 5000 personas, discurso de Santiago Rusiñol y Canto de los Segadores por parte de todo el público.
Aunque dividido por la Ronda de Dalt, el Desert sigue siendo a día de hoy, un pequeño bosque en medio de la ciudad y el actual Institut del Desert de Sarrià construido hace unos treinta años en la misma finca, todavía tiene una capilla con vidrieras de colores dedicada a Santa Eulalia.